lunes, 31 de agosto de 2009

UNA ANÉCDOTA PERSONAL

Hace unos días estaba hablando con un primito de 7 años que es bastante inquieto y curioso, hace preguntas increíbles y es muy inteligente para su edad. Este fue el diálogo que tuve con él:

-¿Tu vas a vivir aquí en Bogotá?

Me preguntó y yo asentí.

-¿Por qué?

-Por la universidad, vine a estudiar aquí- Le dije.

-¿y qué estás estudiando?

-Filosofía.

-¿Filosofía? ¿Y qué es eso?

En ese momento me quedé callada pensando cómo podría explicárselo a él, empezando porque tampoco soy maestra como para ser experta en el tema. Después de un momento y de dudar mucho resolví decirle:

-Mira, resulta que hace muchísimos años las personas no sabían todo lo que sabemos hoy. Y ellos veían el cielo, la lluvia y no sabían que era. Y se veían entre ellos y se preguntaban de donde habían venido o qué era el lugar en que vivían… -En el momento era consciente de que la explicación era complicada pero no encontraba más palabras- Entonces, como no tenían como averiguar nada, se empezaron a inventar todo, podían decir por ejemplo que nosotros somos hechos de fuego o de tierra. Y hubo muchas personas que decían cosas diferentes, entonces lo que yo estudio es todo lo que dijeron y lo que pensaron muchas personas durante muchos años.

El inmediatamente reaccionó y me di cuenta de que se le hacía raro y me dijo:

- ¡Pero eran muy bobos! ¿No sabían que vivimos en La Tierra?

Le dije que no porque lo que él sabe ahora lo descubrió alguien hace poquitos años después de las personas que le había acabado de contar.

-Ahh pero entonces yo puedo también puedo inventarme cosas…

-Sí, pero la diferencia es que tú ya sabes dónde vives y a ti en el colegio te van a enseñar de donde vinimos. Y te van a contar todo lo que la gente no sabía antes porque con la tecnología hemos descubierto muchas cosas.

Soy consciente de que él sabe lo que es la tecnología pero lo que descubrí ese día y lo que he venido notando es que mi primo creció en un mundo diferente al mío aunque no nos llevemos tantos años y totalmente diferente al de sus papás y para él es muy difícil concebir el mundo de otra manera, por lo menos a su edad. Prueba de ello es que una vez le tomé una foto con una cámara que aún conservo y que es de rollo, no digital. Después de que vio el flash se fue corriendo hacia mí y me dijo:–Déjame ver como quedé. Y obviamente estas cámaras no tienen pantalla (No se sabe cómo queda la foto hasta verla revelada). Yo le dije esto y él no entendía por qué.

En nuestra conversación sobre la Filosofía, el no pudo comprender como alguien no sabía algo que para él es tan claro y tan obvio.

Supe luego que quedó con alguna idea de lo que le había explicado y se sentía orgulloso por su nuevo conocimiento, pero yo quedé con el siguiente interrogante: Después de que nos hayan enseñado y de que conozcamos muchas de las explicaciones sobre los fenómenos naturales, sobre nuestra existencia, sobre la sociedad, sobre lo correcto e incorrecto, etc. ¿Qué tantas posibilidades nos quedan de decir o “inventar” cosas nuevas? ¿Qué tanto no se ha dicho? ¿De qué pueden hablar los filósofos actuales?

PREGUNTAR DE MÁS

Existen muchas razones por las que alguien solicita información: Sobre la vida de otros, sobre últimos acontecimientos, estado del tiempo, indicaciones de trámites, etc. Generalmente nos inquieta lo que nos sirve. Los interrogantes se usan para obtener conocimientos, aclarar ideas y ampliar saberes pero no nos educan para cuestionar ni estamos disponibles o preparados para resolver las dudas de los demás; entonces qué pasa cuando de repente empezamos a utilizar el ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?, y lo hacemos repetidamente en una conversación. Si somos quienes las formulamos obtendremos la misma reacción que probablemente daríamos al estar en el lado contrario. Por ejemplo: Si alguien te cuenta que su tía encontró una nueva receta de tártara, que la hizo el domingo pasado y tu preguntas ¿Qué llevaba?, tal vez piense que te gustaría prepararla también y si lo sabe, te dará los ingredientes. Pero si preguntas ¿Por qué hizo la tártara? Puede responder: -Porque le gusta, y si dices: ¿Por qué le gusta? Estarás preguntando más de lo normal. Seguramente esa persona, como todos, tiene un límite. En algún punto de la conversación se cansará, creerá que te estás burlando, que haces preguntas extrañas, que te interesa lo que no debería o que es un juego.

Es una costumbre “fingir prudencia” o tener una actitud de “hay cosas que no me importan” y es común que suframos de impaciencia y pereza ante las formas de dar y obtener explicaciones.

Seria agradable que cambiáramos de percepción. El interés no siempre es chisme, ninguna información es totalmente inservible, no existe verdades absolutas y contribuir a aclarar las inquietudes ajenas no nos quita tanto tiempo.